Miles de máquinas aprenden cada día para evolucionar su inteligencia artificial. Algunas ya serían capaces de derrotarnos en una batalla aérea. Lo vivió en sus carnes el veterano piloto Gene Lee cuando se enfrentó a Alpha, desarrollada en la Universidad de Cincinnati. Otras se aventuran a predecir el futuro. Los estudiantes del MIT ya pueden saber si les espera un beso o un tortazo. En Suiza intentaron aplicar la tecnología para adivinar los resultados de la Eurocopa, pero visto lo visto, todavía les queda un largo camino por recorrer.
Apostar por la inteligencia artificial es una carrera de fondo, aunque ya se adivinan algunas aplicaciones que pueden ser útiles de manera inmediata. Un ejército de bots han desembarcado en los diferentes gigantes de Internet para dedicarse a la relación con el cliente (Facebook ya los tiene preparados). Y también ocurre en el mundo de la creatividad. Es el caso de TheGrid, una empresa que está decidida a aplicar la inteligencia artificial en el diseño web.
TheGrid abrió las puertas a los usuarios para probar la beta hace más de un año. Cuando oí la idea, me convertí en uno de los 60.000 locos que se lanzaron de cabeza a la piscina. Las palabras del CEO, Dan Tocchini, me convencieron: “El contenido debe dictar forma”. La premisa era clara. El usuario sube su contenido y la inteligencia artificial de TheGrid lo maqueta y lo publica. Lo hace de manera dinámica, cambiando tipografías, recortando y retocando imágenes, decidiendo cómo presenta el contenido a medida que lo añadimos. La esperanza de dejar de pelearse con el código de las plantillas de WordPress era muy seductora.
El usuario sube su contenido y la inteligencia artificial de TheGrid lo maqueta y lo publica
Un año después, llegó el acceso a la beta. Por el camino, TheGrid ha visto como miles de usuarios se cansaron de esperar y abandonaron su suscripción. Las primeras muestras creadas por usuarios no parecían nada del otro mundo. Pese a todo, los creadores pedían paciencia. Y finalmente llegó mi turno.
El primer día ya tenía el acceso a través del navegador, la extensión de Chrome para añadir contenido y la aplicación de iOS. Tres herramientas que me convertían en un Rambo del diseño con inteligencia artificial.
El contenido se sube de forma sencilla. Simplemente añadiendo texto e imágenes. Los detalles que se pueden tunear son pocos. Título, descripción y señalar si queremos nuestro post en la página principal, en menú de navegación o simplemente en una página. Una vez publicado, TheGrid decide como lo maqueta y si las imágenes necesitan algún retoque. El diseño global de la página también es trabajo de la inteligencia artificial. Podemos marcar algunas directrices como paletas de color, tipografía y tipo de diseño visual. Todo ello con un sistema muy intuitivo. Lo más llamativo es que nuestra página está viva, y se rediseña a medida que pasan los minutos. La primera vez que publiqué, miré la página al cabo de unos segundos y fue un poco desalentador. Mi sorpresa fue mayúscula cuando volví a entrar pasada una media hora. El diseño se había adaptado y había mejorado bastante.
¿Se han de preocupar los diseñadores web? Sí y No. Sí, porque este proyecto puede ser la semillita de un cambio de rol. Quizás obligue a reinventar las tareas de diseño web. Y no, por dos motivos. En primer lugar, porque se sigue necesitando el talento humano para marcar la diferencia. Y en segundo, porque la inteligencia artificial de TheGrid todavía lleva pañales y camina con dificultad. Por ahora las páginas de los usuarios se parecen demasiado y escasea la variedad. Algunos aspectos han mejorado con la nueva versión, lanzada hace pocas semanas, pero por ahora sólo es un juguete que sirve de banco de pruebas. La beta está lejos de los 25 dólares mensuales que tienen previsto cobrar a los usuarios por su servicio. Pero cada minuto que pasa, la máquina sigue aprendiendo.
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